viernes, 18 de marzo de 2016


Sobre Relatos de Alcantarilla y el post-capitalismo-cognitivo.

Emilio Vilches Pino (Santiago, 1984) reaparece con un nuevo libro publicado por Ediciones Polla Literaria, “Relatos de Alcantarilla” (2015). Bajo un título sugerente, se agrupan trece cuentos que escritos en diferentes momentos de la vida del autor, persisten en mirar la decadencia humana, aquella decadencia cotidiana que carcome de forma silenciosa a los hombres más comunes. Los personajes del libro, si bien es cierto, hombres y mujeres, todos con rasgos sicológicos y personalidades definidas, pueden ser descritos mirando a un solo protagonista: un “hombre-mujer” todo integrado. Este “hombre-mujer” no es más que el ser decadente, ensimismado y neurótico fácil de encontrar en sociedades post-capitalistas como la nuestra.

Un misógino, una maniática sexual, un bebedor empedernido asiduo a las prostitutas y las peleas callejeras, un esquizoide y un suicida, son “hombres-mujeres” sumergidos en experiencias límites, que, hastiados, cansados, pero a su vez capaces de resistir cualquier puñetazo de la existencia, rinden culto al desenfreno y a una expresión poética del diario vivir. Desde la actualidad post-capitalista, en donde la esfera opresiva-económica se manifiesta como la causa típica de la esquizofrenia social, hombres y mujeres enloquecidos en su afán de aguantar la rigidez de la vida, son dignos de tolerar, y por qué no, de respetar.

Vilches Pino insiste en mostrarnos la dimensión más tenebrosa de la cotidianeidad humana, aquella cotidianeidad en donde el silencio y el anonimato son parte de una novela dramática necesaria de ser escrita. Más allá del cliché del “personaje decadente”, Vilches se encarga de dibujarnos una sicología, una conducta, una especie de ética de la paranoia. De ahí la importancia de pasajes como este: “Las crisis de pánico se sumaban ahora a la depresión y al omnipresente insomnio”. A partir de ahí podemos interrogarnos: ¿La psicosis existencial es una experiencia que se ha potenciado en el presente siglo, en la medida en que la ética más macabra del capitalismo cognitivo se ha hecho un virus indescifrable, y por lo mismo imposible de curar? La respuesta corre por cuenta del lector de estos cuentos.

“Relatos de Alcantarilla”, que en sus mejores pasajes puede traernos a la memoria a Carver, Bukowski y a Caicedo, sumergen al lector en un camino que deja pocas salidas. Las experiencias límite, justamente son llamadas así porque están en los márgenes, en los bordes, son situaciones de la rutina en las que cualquier ser humano puede verse inmerso, y a raíz de esa eventual inmersión, percibir el terror psicológico tan evidente en la literatura de Poe y en el cine de Hitchcock.


Con un libro en el que sobresalen relatos como “Carne Molida”, “Libertad” y “Bang Bang”, el autor nos entrega un libro compacto, que, enmarcado en un realismo sucio bastante presente en la literatura actual, puede hacernos caminar por un laberinto tenebroso, pero no menos admirable, no menos digno de tener presente en nuestro silencio más habitual.

Por Necrobutcher 

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